Por LEO KRITTERSON, Equity Partner de LERSON GROUP
El impacto de la llamada nueva realidad nos pone de cara a decisiones que nos interpelan en lo más profundo. O me transformo y crezco, o vendo o estoy fuera.
La dimensión decisoria incluye planos económicos, financieros, psicológicos, de vida personal, de proyección familiar entre otros. Definitivamente estos últimos son los más complejos de abordar.
Hace unos meses un empresario Pyme, en el marco de una consultoría, nos hizo una pregunta: ¿Cuál es el nivel óptimo de apalancamiento entre deuda y capital? Para saberlo hay que resolver el síndrome de VSD.
Tienes que imaginar que es viernes y que ya estás endeudado en el parte que estimó tu financiero. Si el lunes amaneces con tensión, dolor de cabeza y acidez, significa que esa deuda no es tolerable para ti. Por el contrario, si pasaste el mejor fin de semana pensando en la inversión que vas a hacer con los fondos provenientes del préstamo, entonces encontraste tu nivel óptimo de apalancamiento.
Entonces la respuesta en el mundo Pyme es “lo que tu estómago te permita”. Hay una relación directa entre la deuda y el perfil psicológico del empresario apalancado. Esto es el síndrome VSD.
Ahora, la pregunta del empresario Pyme sigue siendo la misma: ¿Qué hago? ¿Cómo lo hago? ¿Cuándo lo hago?
Para resolver el “que”, primero debemos partir de un diagnóstico organizacional integral que nos muestre una foto panorámica y en proyección donde estamos y a donde creemos que vamos.
Es el proyecto creativo, innovador, tecnológico inmerso en la realidad física/virtual el que demandará los flujos necesarios para transformarlo, no al revés.
Esos flujos determinarán la demanda de capital y esa necesidad de inversión nos dará una dimensión económica del combustible que demandará la etapa que sigue. La ponderación de ese flujo proyectado descontado a una tasa de descuento (WACC) nos dará el valor actual neto de la inyección de dinero que se necesita.
Ahora podría resolver el “que”… que implicará analizar si el capital necesario lo aporta:
- El actual board de accionista vía aporte de capital.
- Apalancamiento con deuda financiera de largo plazo en mercados locales o internacionales.
- Cedo participación accionaria mediante aporte de capital contra venta de acciones, quedando con o sin el control de la gestión.
- Llevar la empresa a cotizar en la bolsa de valores mediante la emisión de acciones.
- Cedo el 100 % de las acciones contra la venta total.
Cada una de estas opciones tiene un componente de impacto económico, financiero y psicológico. Cada alternativa tiene sus ventajas y desventajas y nos interpela como empresarios que estamos dispuestos a ceder en pos de transformar y mantener viva la empresa.
Las proyecciones de flujo económico, presupuestario y financiero, business case, evaluación de ronda de inversiones y el posible preparado de la salida a la bolsa, son los aspectos técnicos a analizar, desarrollar, exponer y ponderar
Ahora, el aspecto psicológico es el más relevante en el mundo Pyme a la hora de tomar la decisión. Nos enfrentaremos a:
- Duda existencial
- Miedos
- Apegos
- Egos personales
- Conflictos sucesorios
- Qué hacer con “la vida”
- Mandatos familiares
- El replanteo del “tiempo”
En el marco de la incertidumbre modular que impera en los tiempos actuales la única certeza es que debemos dar un salto a lo desconocido en multidimension, personal, social y empresario.
En relación a “cómo” lo hago, la recomendación es pedir ayuda a profesionales que puedan, mediante su aporte en todas las direcciones económica, financieras y personales, colaborar para que los accionistas puedan tomar por sí mismos la mejor decisión de qué hacer con la empresa y con sus vidas.
¿Y cuándo hacerlo?
Los empresarios de raza valoran y aprecian el recurso más escaso e incontrolable de todos, “el tiempo”
El primer paso es “tomar” acción frente a la inacción inercial de la comodidad, la duda y el miedo.
El momento es “ahora”.
O me transformo y crezco, o vendo… ¡O estoy fuera!